viernes, 23 de julio de 2010

Caminata.

Como nada, como si nada, si nada. Viaja en colectivo, lleno, molesto, empujones y ese maldito chofer que no le abrió a esa pobre señora que a gritos corría y corría golpeando la puerta -Por favor, tengo que ir al hospital- y éste nada, con sus lentes de sol, en su día gris, en su egoísmo celeste.
Pero él no se queja, no protesta, solo viaja, viaja para no llegar, viaja para escaparse, viaja por el solo simple hecho de tener una excusa para viajar, para salir, para escapar, escapar de la realidad a donde fue a parar cuando quizo escapar, la soledad que nunca se pudo dar para soñar. Viaja parado, frente a la puerta de salida, amarrado así casi apenas de uno de esos escurridizos tubos amarillos que hacen tocarse las manos, unas con otras como cangrejos, unos encima de otros, unas encima de otras en sin quereres buscados, en calorsitos inesperados, en perdones, en sin razones. Se acerca al timbre, ese suave plástico naranja redondo pequeño rodeado de mas plástico negro sostenido por los tubos amarillos, a todo ese revuelto ensaladesco de colores se acerca inseguro, porque no es su parada, porque no tiene parada, porque el solo viaja. Y ya sostenido de la tibia serpiente amarilla, busca su oscura cabeza y acaricia en un apenas su ojo redondo naranja, y duda, si seguir a ruedas o volar a pie, se cuestiona su acción, se arrepiente, se decide, se confunde cuando... frenada, inercia, equilibrio, mano, dedo, naranja, suena. Cierra los ojos y aprieta los labios, dos acciones tan típicas en su especie, tan comunes en él, tan frescas y frustradas. El rectángulo se detiene en la esquina, los labios se ablandan, los párpados se resignan. Bondi, salto, cordón, equilibrio, vereda, caminar de sus pies. Frente a la primera cuadra no ve mas posible que guardar las manos, dedos, del frió y empujarse a andar, sin pensar, sin pensar, porque quiere pensar, por eso esta ahí, pero no puede, no sabe, no siente, no esta entrenado, o si, pero es como no. Camina vereda al andar, sus pasos fluyen como aleteos de gaviotas que planean sobre aguas comunes, sobre cielos comunes, sobre todo lo ordinario. Entonces el subte, subte B, que sigue abierto a pesar de la hora y eso llama la atención de... solo de él porque en la calle no hay. Entra, baja. Todo pendido, abajo parece que fuese de día hasta parece todo normal, salvo ese olor, ese aroma a ausencia que invade y despobla la estación vacía ya de todo. Seguro casi como pocas veces se vio, se escabulle entre los palos giratorios permisivos o no y se asoma por las vías, ve oscuro, valor que se incrementa mientras mas se aleja, a un lado y al otro, nada, todo seco, hasta la estación de enfrente. Entonces salta. Saltito, piedritas, vías, y camina. Camina frió, con la escasa seguridad que un perro ciego, esperando que lo guien, que tiren de la correa, que se tense, que tire de su cuello, puede tener. Pero sin detenerse. Firme, fijo, adelante, a pocos pasos pierde la poca vista que le queda y se ve totalmente sumergido en la oscuridad. Se detiene, un segundo, dos. Sigue, siente movimientos en sus pies, lo tocan pero corto, apenas una tocadita, otra vez, se sobresalta, escucha, ruidito imperceptible, concluye: Ratas, sigue. Camina, camina negro como si el piso fuese de goma, pero es duro y sus pies, ellos si son de goma, no son de nada, son fieles por suerte, no lo abandonan, no lo traicionan, siempre bien intencionados lo conducen a la más clara realidad de la que no teme, no temen, él y sus pies desandan legumbres, prados y cielos, no conoce el limite porque nunca lo encontró, él va y si llega mejor, pero en principio va, porque yendo se llega a donde no se quiere llegar que casualmente es a donde más quiere estar.
Lo invade una corriente somnífera que ataca sus párpados y los hace pesar, luego sus piernas, luego sus brazos, luego su luego y detiene su paso. Se sienta, en la nada, en ese suelo duro blando quejoso moviente. Y suelta sus manos, suelta su torso, suelta su pelo y balancea hasta caer intencionalmente en el misterio de lo invisible. Suspira, relaja sus ojos hasta que duelen de tanto no ver, se cierran como cierres y descansa, pensando sin querer que ''todo, mañana, ya esta.''
Cada tanto uno que otro movimiento sobre el suelo lo toca, pero el peso de sus ojos es tal que ignoran consiente primero, inconscientemente después, los tactos pelajes que corretean por sobre su alrededor. Y un nada, un dormido, una camino, un mamífero, una vía, una luz, un vagón.

3 comentarios:

natal dijo...

Laaaaaaaaaaaa imagen de arriba de todo de qué, de quién, de dónde, es? Porque me persigue, la veo en todos lados.

Pón (!?) tu respuesta en el buzón de mi casa, de otra forma no la veré.

Anónimo dijo...

miradas llenas de preguntas..

malenoide dijo...

vengo a ser otra "Cosa" mas, estaba mirando el pibito del costado y mire una vez y estaba para un lado, y al ratin mire de vuelta y dije NO! se mueve.
bueno chau cosa